martes, enero 10, 2017

Estrategia de Inversiones en 2017


Optimismo prudente

Cerramos un complicado año 2016, lleno de acontecimientos que fueron sucediéndose uno tras otro e hizo naufragar a muchos inversores tras los episodios vividos de volatilidad. No obstante, los escenarios más de fondo seguían cumpliendo su papel de brújula a los inversores más pacientes y con horizontes de inversión más amplios, que planteaban un crecimiento modesto pero con una tendencia alcista y sostenible, con el apoyo de los bancos centrales y de unos tipos de interés reducidos.
Esta mayor percepción de una salida final positiva para la economía global, incluyendo a las emergentes, permitió una interesante rentabilidad en las bolsas durante 2016, especialmente las americanas, con el S&P subiendo casi un 10%, y el Dow Jones un 13%. En Europa el signo fue mixto, con el Dax alemán subiendo casi un 7%, el francés acercándose al 5%, Italia perdió un 10% y nuestro Ibex también acabó el año con pérdidas del 2%. Por otro lado, conviene señalar el brillante cierre de la mayoría de las bolsas emergentes, destacando Rusia con subidas de más del 50% o de Brasil con una subida cercana al 40%.
No obstante lo anterior, buena parte del resultado final ha llegado de la clara recuperación de los precios de los activos durante el mes de diciembre, y el inversor que tras Brexit, las elecciones de EEUU o de Italia optara por reducir su riesgo y esperar a ver, se ha perdido la oportunidad de cerrar el año al menos en positivo.
Revisando nuestra Visión Estratégica de Inversiones, seguimos pensando que el ciclo económico global seguirá mejorando, así como la confianza de consumidores, empresarios e inversores, lo que podría traducirse en menores riesgos a la baja, frente al potencial latente. El resultado del referéndum británico, la victoria de Donald Trump o la derrota del primer ministro italiano, pudieran ir mostrando un creciente rechazo de los votantes hacia las políticas económicas y fiscales que han generado claros signos de desigualdad e incertidumbres sobre su futuro, dejando el terreno abonado a cambios de gobiernos y del sesgo de las decisiones futuras de los gobernantes en los países desarrollados.
Donald Trump comenzará el 20 de enero a tomar decisiones y pudiera generar volatilidad en los mercados por la capacidad y velocidad de ejecución las reformas prometidas. En marzo habrá elecciones en Holanda, con una formación de ultraderecha mejorando sus perspectivas y amenazando con convocar un referéndum para sacar al país de la Unión Europea, el llamado Nexit. También en marzo posiblemente el gobierno británico active el Brexit y el proceso de negociación. En abril tendremos la primera vuelta de las elecciones en Francia, y segunda vuelta en mayo, con un duelo entre la derecha y la extrema derecha. También en otoño tendremos a Merkel buscando su reválida, y con el ascenso de los xenófobos de Alternativa por Alemania.
No obstante, tal como hemos visto en EEUU, estos cambios a priori no tienen por qué traducirse necesariamente en malas noticias para los inversores, sino que hay que ser conscientes de que el escenario está cambiando e ir revisando también la estrategia de inversión hacia las nuevas oportunidades que pueden generarse. Normalmente los factores políticos introducen volatilidad en los mercados, pero no influyen de manera decisiva en la evolución del precio de los activos a medio plazo.
Por ello, nosotros como asesores y gestores de carteras, fondos de fondos y sicavs mantenemos una visión prudente para este año 2017, especialmente por estos riesgos políticos, pero también con un claro sesgo optimista, ya que observamos más oportunidades que riesgos para un inversor global.
Creemos que las valoraciones actuales en las bolsas son un poco altas, pero esperamos una recuperación de los beneficios empresariales, lo que permitirá ajustarla, y los análisis siguen mostrando porcentajes muy elevados de liquidez y activos no rentables en el patrimonio de los inversores. ¿Dónde encontrar un activo que genere algo de rentabilidad a estos inversores? Sin duda ninguna, los que puedan soportar la volatilidad de los mercados y tengan capacidad de mantener su inversión a medio y largo plazo, seguirán acudiendo poco a poco al mercado bursátil buscando acciones que puedan generar dividendos.
Nos preocupa el impacto del cambio de sesgo de la política monetaria en EEUU, obligado ante las buenas perspectivas de su economía, y sobre todo por la clara tendencia alcista de la inflación. Por estos factores, previsiblemente continúe la actual tendencia alcista de los tipos de interés en los plazos medios y largos tanto en EEUU como su traslación a Europa, que no obstante seguirá contando con el apoyo del BCE en los plazos más cortos.
En términos de clases de activos, y en función del perfil de riesgo de cada cliente, una cartera deberá de tener renta variable, favoreciendo en nuestra opinión Europa frente a EEUU, aunque manteniendo inversión allí. Pero la distante valoración y posibles signos de volatilidad futura en las bolsas americanas ante la posible no consecución de las probablemente infladas expectativas de la nueva administración, así como las divergentes políticas monetarias que influirán también en una sostenida fortaleza del dólar frente al euro, influirán en un mayor crecimiento de los beneficios en Europa y la vuelta de los inversores, aunque el mayor riesgo político en la zona seguirá reduciendo su claro potencial.
Los mercados emergentes claramente han cambiado su sesgo a neutral y ofrecen un claro potencial, aunque el riesgo es mayor en este momento por las incertidumbres con respecto a un posible aumento del proteccionismo global. No obstante, ofrecen un potencial retorno que pudiera compensar los riesgos. Por otro lado, llevamos varios años incrementando nuestra visión global de inversores temáticos en bolsa. Nos sigue gustando el sector de la tecnología, la salud, la seguridad, las infraestructuras y las apuestas por el crecimiento de la demanda interna. Así mismo, en un entorno de tipos de interés al alza, el sector financiero seguirá mejorando sus perspectivas de crecimiento de beneficios futuros.
Con respecto a la parte más conservadora de las carteras, favorecemos esencialmente renta fija corporativa en los plazos más cortos, incluyendo de alta rentabilidad, y subordinados bancarios, ya que su mayor cupón ofrecen un colchón de ingresos en una cartera diversificada. Así mismo la inversión en fondos de inversión de bonos flotantes, y en los que utilicen técnicas de gestión alternativa que les permita tener duraciones negativas de la cartera (que generen retornos positivos cuando los tipos de interés de la deuda sube), así como capacidades de operar a favor y en contra de bonos de diversos países y divisas.
No hay duda de que en 2017 el escenario de las inversiones seguirá siendo complicado, pero ¿cuándo ha sido fácil?  Simplemente hay que plantearse una mirada cada vez más global, más interdisciplinar, más diversificada, una gestión más activa (que no implica mover más las carteras sino de salirse más de los índices de referencia), una mejor valoración de los riesgos y eventos extremos, y esencialmente, de esforzarse en construir y gestionar carteras más inteligentes.
Una cartera inteligente la podríamos definir como una cartera más eficiente en términos de potencial de rentabilidad frente al riesgo asumido, que valore tanto las amenazas como las oportunidades. Que se construya y gestione desde factores más racionales que emocionales.
Esta seguirá siendo la receta para superar de forma consistente los retornos de los activos refugio en los próximos años, y que las entidades financieras suelen encajar preferentemente en los productos llamados “fondos de fondos” perfilados, delegando por tanto a especialistas la gestión cada vez más compleja de su patrimonio.

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