viernes, agosto 11, 2017

La geopolítica, la razón y la emoción en la inversión

Hace quince años se otorgó un Premio Nobel de Economía a dos “psicólogos” desarrollándose las finanzas conductuales, que incorporan conceptos propios de la psicología para describir cómo los agentes tomamos las decisiones de inversión (siempre en momentos de incertidumbre), y contrasta con el paradigma tradicional basado en la racionalidad, que define el mercado teóricamente como eficiente,  y por tanto que los precios de los activos siempre reflejan toda la información disponible.
Al día de hoy muchos de los que invertimos profesionalmente, sabemos que la formación de los precios en los mercados se generan por factores racionales, pero a menudo con una fuerte influencia emocional, ya que no toda la información es conocida por todos, ni a la misma velocidad (aunque se haya avanzado notablemente en esto) y que sin duda las emociones suelen ser los impulsores de las burbujas y fuertes recortes de los precios.
De alguna manera, los mercados suelen ponderar en mayor o menor medida la razón y la emoción, según el momento. Y el momento actual, en pleno mes de agosto, con muchos inversores alejados de los mercados y los que quedan, normalmente de menor experiencia y  capacidades, genera pocas ganas de complicarse la vida, especialmente cuando leen y oyen a dos señores de lanzarse ataques con misiles y ver fuegos nunca visto, entre otras lindeces. En fin,  es normal que se pise el freno.
El factor geopolítico en la inversión se está volviendo muy importante, porque es un factor adicional de riesgo a la macroeconomía y al seguimiento de las estrategias y resultados  de las compañías. La geopolítica te advierte de situaciones de inestabilidad en las relaciones internacionales, que se evidenciarán en un inicial incremento de la variabilidad de los precios de los mercados generados por el aumento de la aversión al riesgo, o la mejora de expectativas futuras, pero que suelen alcanzar a la economía real si se mantienen.
Por tanto, debemos de tenerlos en cuenta, y los riesgos geopolíticos no son medibles por los sistemas de control de riesgos usados tradicionalmente. ¿Cómo valorar un mundo distinto, donde el contexto geopolítico está cada vez más interconectado con el económico, con un avance tecnológico y de globalización que genera efectos disruptivos, con nuevas potencias que cuestionan el liderazgo incuestionable en otra época de EEUU, o la creciente insatisfacción de la mayoría de los ciudadanos occidentales?.
Sin duda es complejo medir los posibles exabruptos de un mandatario sin ninguna experiencia militar, ni diplomática, ni de gobierno político, y con creciente impopularidad. Por supuesto ¿cómo medir los efectos desestabilizadores de una creciente complejidad global que puedan llegar desde Venezuela, Turquía, Rusia, Siria, Reino Unido, China, terrorismo, ciberataques, etc. ?
Si la emoción pasa del optimismo hacia la preocupación, el desaliento o el miedo, la búsqueda de activos refugio por un aumento de la aversión al riesgo es un comportamiento normal del mercado, pero también la normalidad del mercado es volver a la racionalidad de la macroeconomía, las políticas monetarias y los resultados empresariales cuando se difuminan esos primeros titulares y se pierde el eco de las primeras diatribas verbales.
Hay que ser observador de estos factores y añadirlos a tu modelo de inversión. En Unicorp lo hacemos, y sabemos que estos factores son los de mayor riesgo que tenemos para lograr alcanzar lo que la racionalidad parece mostrarnos, y es un gran escenario para seguir favoreciendo la inversión en los mercados, aunque desgraciadamente, la posibilidad de que el presidente de EEUU embarque al país en un conflicto bélico antes de finalizar su mandato se incrementa, por lo que conviene añadir un plus de prudencia y mayor diversificación.
Pero eso, un conflicto bélico, pudiera llegar mucho más tarde. No ahora. Es normal que se inquieten los mercados con las noticias recientes, y con pocos inversores y plusvalías acumuladas, las caídas puedan acentuarse algo más de lo previsto, pero la racionalidad invita a pensar que la probabilidad de guerra es reducida, y que la verborrea se diluya, dejando precios muy atractivos para los que puedan y sepan aprovechar la oportunidad, aunque esta vez sí, con un aumento de la volatilidad.
Fuente Ilustración: World Economic Fórum

viernes, agosto 04, 2017

Las burbujas de Greenspan


Mucho se escribe de una posible burbuja creada en los mercados de bonos. El último en señalarla ha sido Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de los EEUU desde 1987 a 2006 en una reciente entrevista, señalando que los tipos de interés reales (descontando la inflación) a largo plazo están excesivamente bajos y, por lo tanto, son insostenibles. Cree que podría repuntar la inflación con fuerza sin crecimiento económico, una situación que se vivió en el pasado (en la época de Jimmy Carter) y fue muy negativa para los mercados.  

 En mi opinión, no es para nada comparable el mundo en la época de Carter como presidente de EEUU (1977-1981) que el actual. En dicha época vivieron una gran crisis anterior en el mercado del petróleo causada por la salida del patrón oro y la reducción de la oferta por la OPEP, lo que trajo una gran inflación de dos dígitos, tipos de interés muy altos  y desaceleró el crecimiento. Los tipos de interés llegaron hasta el 18% en los plazos cortos en 1980.

La tecnología ha avanzado tanto estos últimos casi 40 años, que hoy sabemos que dispondremos de energía barata durante mucho tiempo, porque el petróleo cada día que pasa es más sustituible. Adicionalmente, enormes reservas de petróleo difícil de explorar y refinar, ahora están disponibles precisamente por los avances tecnológicos. Otros factores como la demografía, la globalización, las facilidades de comunicación, etc. influyen notablemente también como impulsores bajistas de los precios y tipos de interés.

Greenspan se equivoca en visionar ese mundo apocalíptico. Con 91 años ya de edad, quizás no es capaz de entender cómo el mundo ya ha cambiado tanto, que no podemos usar el pasado para plantear el escenario futuro, al menos de forma tan categórica. Probablemente el haber sido él mismo, el detonante de la creación de las mayores burbujas de precios financieros recientes, como la tecnológica y la de crédito e inmobiliaria  (estuvo como Presidente de la fed desde 1987 hasta 2006), le hace insistir en sus recomendaciones para no verlas de nuevo.

Hay una interesante cita en el libro “Greenspan’s Buble” sobre sus errores de predicción anteriores. En 1987 cuando se analizaba si era la persona adecuada, un senador le recordó las predicciones hechas diez años antes por Greenspan sobre los bonos a diez años y la inflación en EEUU, y la realidad fue que predijo que los bonos estarían al 4.4% y resultó el 9.8%, y la inflación predijo un 4.5% y resultó 9,2%. ¿Saben que dijo Greenspan para defenderse? Pues que es muy difícil hacer pronósticos.

Greenspan siempre actuó para salvar al mercado. ¿Alguien recuerda que los tipos de interés en julio de 1995 estaban en el 6% en EEUU y Greenspan los bajó al 0.25%? Se acuñó la expresión “La Put de Greenspan”, que sería como decir que siempre estará ahí la Fed para salvar al mercado, y facilitó la especulación financiera, el uso de derivados, la contabilidad creativa…

Cuando llegaron voces de que se montaban burbujas, Greenspan comentó (en 1999): “Las burbujas por lo general son perceptibles únicamente después del hecho. Para identificarlas por adelantado se requiere estar seguro de que cientos de miles de inversionistas informados estén completamente equivocados. Normalmente, apostar en contra de los mercados es, en el mejor de los casos, inseguro”.

La realidad es que la primera vez que habló de burbujas Greenspan fue en 1994 y tres años más tarde el S&P ya había duplicado su valor, y tras caer en 1998, volvió a duplicar su nivel hasta 2001 (en la burbuja tecnológica). En fin, esto nos sirve para entender que debemos tomarnos las predicciones de los gurús con un poso de sentido común.
 

La situación actual no elimina, por supuesto, que veamos en algún momento el inicio de subida de las rentabilidades de los activos de renta fija hacia una senda más normalizada, y evidentemente debe contemplar una rentabilidad a medio plazo consecuente con la remuneración del riesgo de pérdida adquisitiva por el efecto de la inflación.

Y por ello sigue siendo recomendable mantener duraciones cortas en las carteras, y especialmente no tener carteras con bonos de gobiernos considerados refugio (como el bono alemán), que pudieran ser lo que más sufrieran si cambia el sesgo del mercado.

Pero los desencadenantes de un posible “pinchazo” no parecen llegar, no se visualizan, y los pinchazos surgen cuando la gente vende. Y los bonos están en las carteras de los bancos centrales, y ellos pueden dejar de comprar, pero no van a ponerse a vender de forma agresiva. Algo habrán aprendido de la historia y la psicología humana. 

Cuando una multitud se muestra muy temerosa, y se genera una creciente inquietud, la normalidad suele desplazarse hacia la irracionalidad, pudiendo destruir lo avanzado en estos últimos diez años, y nadie quiere que esto se repita, aunque pudiera llegar en algún momento.

Hay que ser precavido, pero hay que estar en el día a día, porque las probabilidades de grandes caídas es pequeña en este momento, y no deberían de afrontarse grandes cambios en las estrategias de las carteras de inversión, porque la situación actual de recuperación de la economía con inflaciones ajustadas, tipos de interés bajos (aunque suban un poco) y pocas alternativas de inversión en un mundo que obliga a ahorrar e invertir cada vez más a medio plazo (por mayor longevidad), no ha cambiado ni va a cambiar.

El mercado parece tranquilo, con poca volatilidad, y empezado ya el mes de agosto, lo más probable que esta situación persista. No espero grandes cambios en las decisiones de los inversores, y menos de los bancos centrales. Habrá que seguir pendientes de los últimos resultados empresariales y de los datos macro.

Sin catalizadores para tomar decisiones de salir o entrar. Entramos en un periodo de posible lateralidad, pero deberíamos de afrontarlo con la relajación que el buen tiempo invita.


Fuente Ilustración: http://www.cartoonistgroup.com