Leía hace
unos días que la clave del éxito en la inversión no consiste en observar el
futuro con algún tipo de visión "mística", sino en ver el presente
con claridad. Sin duda, los visionarios místicos asumen los riesgos y
oportunidades futuras con tanta intensidad que no valoran el momento presente,
se olvidan de las circunstancias que podrían incidir precisamente en ese
futuro. Se olvidan también del momento emocional actual de inversores,
gobernantes y reguladores, cuya influencia marcará el devenir presente y
futuro.
La gran sorpresa del año ha
sido el comportamiento de la renta fija. Ahí está el grueso del volumen del
ahorro de los inversores y aunque todos los días nos preocupamos por las
bolsas, debemos de revisar el momento actual de la renta fija, con las
rentabilidades cotizando en este momento en mínimos históricos.
Si observamos el siguiente
gráfico, vemos que cotizan en la zona más baja de las rentabilidades
“nominales” históricas de los últimos diez años, en casi todas las clases de
activos de renta fija (algo más altas en bonos gubernamentales de mercados
emergentes en dólares y moneda local). Lo que tenemos que tener en la cabeza es
que un posible movimiento de tipos de interés del 1% en cualquiera de los
índices (menos probable en los plazos más cortos) tendría un negativo impacto
en la rentabilidad del precio de nuestros bonos y menor en la rentabilidad
total de los activos que pagan un buen cupón (porque el cupón amortigua el
impacto de la pérdida de precio). Véase la renta fija High Yield y bonos
emergentes.
Esta es una amenaza que ya
todos nos planteábamos hace un año, y al comienzo de este 2014, pero y ahora…
… ¿Qué mundo tenemos? Un mundo de tipos reales negativos en los plazos
cortos debido a una enorme flexibilización monetaria, obligado movimiento para
recuperarnos de una grave crisis financiera que contagió a la economía real. El
enorme incremento de deuda por parte de los estados para salvar al mundo habrá
que pagarlo, y si no hay crecimiento, no podremos hacerlo. Quizás se genere una
gran inflación, pero al día de hoy, no hay muestras de que vaya a haber y mucho
menos en Europa.
El incremento
de la liquidez del sistema, el aumento del ahorro (muy importante en mercados
emergentes) y un claro proceso de desapalancamiento de inversores, familias y
empresas, siguen dando soporte a los tipos de la renta fija a medio y largo
plazo, ofreciendo rentabilidades muy pequeñas y sin visos muy claros de que
finalmente se produzcan las grandes pérdidas predichas desde hace tiempo en los
bonos gubernamentales considerados más seguros.
¿Puedo
perder dinero si invierto en la renta fija segura? Sí, especialmente en los plazos más
largos, pero en plazos cortos o medios sería menor, porque la reducción de este
apalancamiento global y el aumento del ahorro, incrementa la demanda de activos
“libres” de riesgo, lo que le lleva a cotizar ahora y quizás en el futuro, por
debajo de los niveles históricos.
Una muestra
es ver los bonos alemanes cotizando el diez años al 1.15% y a Estados Unidos al
2.48%, sin síntomas de agotamiento, y eso que ya ha anunciado la FED el fin de
la compra de deuda. Sí, es posible que dejen de comprar “más” en EEUU, pero la
liquidez que ya ha generado (que se irá reinvirtiendo) y el incremento del
ahorro a largo plazo de familias se tiene que destinar a alguna clase de
activo.
Quizás el BCE
inicie un QE, dando el relevo a EEUU. Quizás sí o no, pero los bonos de países
considerados seguros, seguirán siendo siempre un lugar preferente en las
carteras de los inversores de más volumen (compañías de seguros, fondos de
pensiones y seguros, fondos soberanos, etc.). Si es que sí, habrá reducidas
ganancias adicionales, si es que no, las pérdidas serían también moderadas,
porque los cimientos de esta clase de activo son muy poderosos a nivel “global”
y el tipo considerado “normal” para la deuda a largo plazo podría ser menor de
lo que ha sido en el pasado.
Lo importante
será seguir el tipo de interés “real”, por tanto la inflación puede ser un
factor fundamental para marcar el nivel de la deuda a largo plazo. Creemos que
los tipos reales se irán incrementando en el futuro aupadas por el propio
ciclo, pero el presente no parece mostrar prisas para tomar decisiones
excesivamente radicales. Además la experiencia muestra la influencia positiva
de una diversificación prudente en renta fija, como elemento descorrelacionador
de los riesgos latentes y cisnes negros que pudieran aparecer en los mercados.
En cuanto a
los bonos corporativos y con la mirada de un inversor europeo, mientras que
tengamos al BCE apoyando y ofreciendo liquidez, es muy probable que el entorno
de baja volatilidad se mantenga, especialmente por el reducido nivel de
inflación en Europa y las pobres perspectivas futuras. En este entorno, es
difícil que los inversores no sigan buscando emisiones que generen algo más de
rentabilidad, especialmente en los mercados de crédito con grado de inversión,
con tipos de interés casi nulos en activos seguros y en un ciclo económico
positivo, reduciéndose la tasa probable de default (incapacidad de pagar
intereses y/o capital).
No obstante,
un movimiento de los inversores más sofisticados hacia un menor riesgo en las
carteras de renta fija, podrían tener un impacto mayor en el segmento de peor
calificación, quizás en los high yield de medio plazo. No creemos que por ahora
el segmento de bonos emergentes emitidos en dólar o euro, aunque hayan tenido
un buen recorrido este año, tengan un riesgo importante, tras las fuertes
correcciones del año pasado y las medidas que han ido acometiendo sus
gobiernos, adicionando a que la mayoría de los emisores tiene una calificación
de crédito.
Aprovechamos
para resumir nuestro posicionamiento: mantenemos una posición positiva para todos los
activos de riesgo a medio plazo, especialmente en la renta variable, por
entorno macroeconómico, políticas monetarias expansivas y razonables
valoraciones de las compañías. De hecho, creemos que los mercados emergentes pudieran
estar ofreciendo una buena alternativa si el ciclo económico evoluciona como
esperamos a positivo.
La renta fija
cotiza a mínimos, tanto los bonos de gobiernos como corporativos. Es difícil
valorar si esta situación se mantendrá o no. En nuestra opinión no debería de
haber movimientos sustanciales en esta clase de activos. No obstante lo
anterior, no podemos descartar episodios de volatilidad como los que estamos
viviendo o que se pudieran incrementar en las próximas semanas, pero para
nosotros es una situación normal de los mercados.
La prudencia
debe incrementarse para que un aumento de la aversión al riesgo elevara la
presión bajista en las bolsas y un posible contagio a los activos de renta fija
más arriesgados, dando al traste con los resultados acumulados este año. Por
ello, es fundamental posicionarse en fondos de renta fija o mixtos con un
enfoque muy flexible y oportunista, así como con la capacidad de sacar ventaja
de un entorno de tipos al alza. Así mismo, conviene ir añadiendo a las carteras
fondos de gestión alternativa y objetivos de retorno absoluto, con
descorrelación a la renta variable y a la renta fija. Esto no ofrece la
garantía de éxitos, pero sí al menos de no ver grandes fracasos en un entorno
de mayor volatilidad e incertidumbre.