Comentábamos el pasado mes que sin duda el año 2016 se
presenta como un año complicado por una reducción de las expectativas de
crecimiento, riesgos geopolíticos, políticas monetarias divergentes, una
menor liquidez en los mercados de renta fija, etc. Especialmente veíamos un
terreno bursátil demasiado influenciado por un cambio en la confianza de los
agentes, que desencadenan movimientos bruscos al alza o a la baja, pero que
sin duda han ido manteniendo una tendencia bajista que no es fácil de predecir
su final.
Sin duda no
esperábamos un comportamiento tan sustancialmente negativo este primer mes de
año, con todas las bolsas con
un fuerte deterioro, y una renta fija en positivo en los bonos de gobiernos, especialmente
en el muy largo plazo, y en negativo los más arriesgados en términos de riesgo
corporativo.
Los elementos que están contribuyendo a este sentimiento
negativo actual son los mismos que el mes pasado, pero los inversores van
moviéndose en función de distintas percepciones. Sin duda las bolsas y activos
de riesgo están en plena fase de corrección.
Los mercados parecen estar ciertamente desconectados de
los fundamentales económicos actuales, por dudas sobre la sostenibilidad
del ciclo económico, la sostenibilidad de las finanzas de los países
productores de materias primas, su repercusión en el sector de recursos básicos
y últimamente, cuestionándose de nuevo el propio sistema financiero.
Algo es evidente, si el sentimiento negativo se mantiene,
y los inversores siguen cuestionándose la sostenibilidad del crecimiento, pudiéramos
estar en la antesala de revisiones a la baja de futuros beneficios
empresariales y el mantenimiento de las políticas monetarias expansivas.
Con los datos actuales, la probabilidad de nueva caída en
recesión en los países desarrollados es pequeña teniendo en cuenta los
datos actuales, aunque empieza a acercarse a niveles entre el 30-40% dicha
probabilidad si valoramos los datos de mercado (cotizaciones) de las bolsas, primas
de riesgo de bonos high yield, cotización de la deuda pública, etc.
Nosotros esperamos que los riesgos de movernos fuera del
escenario base de crecimiento esperado por analistas y organizaciones
internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.) pudieran ser más visibles, en una
especie de tormenta perfecta de sucesos que van desencadenándose, activando
numerosas alertas que generan recortes de riesgo y de pérdida de confianza que
empieza a ser mucho más intenso en tiempo y forma del esperado.
Aunque estos comportamientos aleatorios forman parte de
la normalidad de los mercados, es evidente que el no haber claros motivos
que justifiquen esta nueva fase de risk-off tan agresiva, hace crecer un
nuevo riesgo: el de contagio de la situación de los mercados a la economía real,
generando la desconfianza de familias y empresas con respecto a decisiones de
consumo e inversión, ya que arrastra a la baja a las expectativas de
crecimiento económico, beneficios empresariales, empleo, etc.
En este aspecto, parece que Europa tendría más apoyos para
superar esta fase más incómoda (por la reducción del coste energético,
infravaloración del tipo de cambio y políticas monetarias ultraexpansivas),
pero una fase persistente de dudas de los inversores con respecto al sector financiero
sí que pudiera tener un efecto más negativo del previsible en los mercados,
si se une a una devastadora fase de sentimiento negativo. Sería como
una profecía autocumplida.
Un cambio drástico del plan de inversión que se hubiera
ajustado a distintos perfiles de riesgo con horizontes de inversión de medio y
largo plazo nunca son aconsejables, mucho más tras periodos de grandes
caídas, fases en las que permite encontrar buenos valores a precios más
baratos. En estas fases es cuando el margen de seguridad (diferencia entre
valor estimado y precio) es más alto, pero evidentemente también estamos en una
fase que puede alargarse más que tú puedas soportarlo financiera y
emocionalmente.
Nosotros creemos que pudiéramos estar cerca de la llamada
zona de capitulación, cuando muchos inversores acaban saliendose
definitivamente del mercado. Ahí llega el momento que cuando todos ya han
vendido, la propia inercia de reducción de las ventas, lleva a una
recuperación rápida de los precios, que se hace más intensa a medida que
pudieran pasar las jornadas y que acaba alimentada en una fase posterior del
dinero que salió huyendo semanas atrás, y que finalmente compra compra lo mismo
que vendió pero a un precio sustancialmente más caro.
Estas situaciones nos lo muestra la historia, pero quizás
estamos en un momento distinto. Esto no podemos saberlo.
Cambios tácticos desde una óptica más conservadora por si
la situación sigue deteriorándose pudiera ser acertado, pero aquí no
valoraríamos pasar todo nuestro dinero a pura liquidez, o ir detrás de los
precios de la deuda gubernamental europea que cotiza en terreno negativo de
rentabilidad hasta el plazo de los siete años, o comprar oro. El riesgo de
equivocarte y que el mercado se pudiera dar la vuelta es alto y la apuesta
conservadora podría llevarte no solo a no ganar dinero en una posible
recuperación, sino a perder más dinero.
Por ello, hablamos de posibles cambios tácticos,
asociados al incremento del riesgo por volatilidad, pero no de cambio radical
de la estrategia global de las carteras. Necesitamos insistir en que las
posibilidades de que entremos en una recesión global o en una crisis financiera
es reducida. La expansión moderada de los países desarrollados compensará la
desaceleración de los mercados emergentes.
Si los sectores más ligados al crecimiento pudieran tener un
comportamiento peor, serán compensados por los sectores más de valor, el menor
gasto de los países productores de petróleo se compensará por la mayor
riqueza de los consumidores y empresas de países demandantes de petróleo, las
posibles tensiones en los mercados de deuda pública pudieran compensarse con las
compras de los bancos centrales y el retraso de la subida de tipos en Estados
Unidos, y así podría seguir durante unos cuantos renglones más.
Tengamos en mente por tanto que el sentimiento global
inversor se ha visto fuertemente afectado por una serie de acontecimientos
especialmente ligados a la reducción del precio de las materias primas y a las
dudas del crecimiento en China principalmente. Sin embargo, los
fundamentales permanecen todavía sólidos, con los activos refugio cotizando en
mínimos de rentabilidad y los activos de riesgo, con unas magníficas
valoraciones.
La continua revisión de expectativas pudiera llevarnos a un
ajuste a más largo plazo, lo que implica, más que nunca, una prudente
construcción de la cartera, pero están surgiendo oportunidades potenciales de
largo alcance. No conviene olvidarlo.
Rafael Romero, Director de Inversiones en Unicorp Patrimonio
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