La historia reciente nos ha
mostrado los efectos de la aleatoriedad de los mercados, así como que los inversores
no son puramente racionales, que las correlaciones son inestables sobre todo en
periodos de agitación, que hay una asimetría en los rendimientos de los activos
otorgando una mayor probabilidad a grandes movimientos bajistas frente a los
alcistas, o que los cambios en los precios no presentan una distribución
normal, minusvalorando los riesgos de cola.
Estos riesgos de cola, o eventos
extremos, los provoca la propia aleatoriedad del mercado, y para gestionarla,
debemos tener la consciencia de su existencia y comprensión. La aleatoriedad se
fundamenta en tres factores: es naturalmente sorpresivo, el resultado es casual
e impredecible, y tiene un valor impactante. Tendemos a actuar como si no
existiera, pero está ahí, de forma natural e intrínseca en la gestión de
inversiones.
Debido a estos hechos, para alcanzar
nuestros objetivos financieros debemos preguntarnos… “si las cosas se ponen muy
mal, ¿cómo de mal pueden llegar a ir?”
Esto es difícil de estimar en los modelos más utilizados
que se fundamentan en evaluar la peor pérdida esperada para un horizonte
temporal, y un nivel de confianza determinados “en condiciones normales de
mercado”, porque los mercados tienden a no comportarse de forma normal por su
propia naturaleza aleatoria.
Por lo anterior, los datos históricos aportan cada vez
menos protección calculando probabilidades de “shocks” agudos, y su magnitud. Para
mejorar estos cálculos, se empieza a utilizar la teoría de valores extremos,
una rama de la estadística, muy utilizada en ingeniería y otras disciplinas,
que trata de evaluar la probabilidad de eventos que son más extremos que
cualquier observado anteriormente. Pero esto es complejo de llevar a la
práctica en nuestro día a día.
Prepararse para lo impredecible y aleatorio es difícil,
pero debemos actuar en aras de preservar el patrimonio de estos eventos,
minimizando su impacto.
Si lo hacemos a partir de un notable incremento de activos
monetarios, podríamos definirlo como una seguridad cara, con retornos mínimos, que
descontando la inflación, al cabo de los años nos reduce el valor de nuestro
patrimonio en un largo ciclo de tipos de interés reducidos.
Y preservar el valor de un patrimonio, es mantenerlo
también a salvo de las pérdidas impuestas por la actual represión
financiera…“Nada ocurre sin riesgo, pero sin riesgo no ocurre nada”.
Podemos generar carteras con mínima varianza o añadir una
asignación constante de coberturas con derivados, pero podemos gestionarla mejor
con enfoques de gestión activa de carteras multi-activos, balanceando las
ponderaciones de dichas clases con respecto al nivel de riesgo que aporta cada
uno, frente al clásico reparto de porcentaje de efectivo entre éstas.
Adicionalmente, podemos complementar las carteras con la
extensa y creciente oferta de productos “alternativos” que permiten gestionar
mejor la aleatoriedad y te posibilitan reducir posibles daños de eventos
extremos.
Hay que rendirse al uso de los fondos market neutral y
long-short, y en general de las estrategias venidas del mundo de los hedge funds que mantengan un foco en la
gestión del riesgo, gracias al uso de estrategias dinámicas de protección ante
pérdidas y el uso de sofisticados
sistemas de gestión carentes de emociones, que sistemáticamente toman en
consideración la posibilidad de la ocurrencia de eventos aleatorios.
Artículo también publicado en la web de Funds People
http://www.fundspeople.com/gente/rafael-romero-157/blog/gestionando-la-aleatoriedad-del-mercado-32227
Artículo también publicado en la web de Funds People
http://www.fundspeople.com/gente/rafael-romero-157/blog/gestionando-la-aleatoriedad-del-mercado-32227
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