Sabemos que hay una clara evidencia en la relación entre la psicología humana y la economía, y entenderíamos que sin salud psicológica empresarial, no habría crecimiento sostenible, afectando a su comportamiento en las bolsas de valores.
Las empresas suelen estar muy influidas por la cultura corporativa que sus líderes han ido determinando, y que con el tiempo van siendo compartidos por las personas de la organización, ya que van imponiendo creencias, guías, valores y expectativas de comportamiento en sus interacciones entre ellos, con sus clientes y el entorno.
Un factor fundamental a analizar es el patrón de actitudes, pensamientos y repertorio conductual de sus líderes a través del tiempo, permitiendo disponer de una visión de la personalidad de la compañía, por unos claros vínculos de interdependencia. Las personas son las que hacen la organización y no al revés.
La personalidad de la empresa, como la individual, no encaja netamente en categorías ordenadas. Cada una es única en muchos aspectos, pero podemos realizar una observación multifactorial que permita un análisis lo más objetivo posible. Podemos valorar actitudes que pueden describir parcialmente su personalidad. Por ejemplo, su política comercial pudiera ser agresiva o en el otro extremo pasiva, su actitud ante los empleados o clientes, su política de comunicación, su política de producto, su capacidad de innovación, etc.
Poseer una determinada personalidad empresarial, influye notablemente en sus resultados económicos. Una personalidad más creativa, o apasionada, o audaz, o persistente, o meditativa, o social, son rasgos que influyen notablemente en el éxito o fracaso de la empresa, por lo que debemos analizarlos.
Así mismo, las organizaciones, como las personas, pudieran enfermar. Debemos por tanto, analizar posibles vertientes patológicas de la personalidad empresarial: si una personalidad metódica se vuelve obsesiva, si una compañía con personalidad de líder se vuelve narcisista, si una audaz se vuelve psicópata, etc. Estas patologías acaban por cosechar pérdidas de cuota de mercado, abandono de clientes y empleados clave, falta de adaptación a cambios en el mercado, etc.
Los malos resultados provocarán que los accionistas cambien al líder y éste intente cambiar la cultura organizacional para llevarla hacia un comportamiento diferente, pero no siempre se hace en el momento idóneo, ni estos cambios son tan rápidos de imponer, porque las personas no cambian sus comportamientos de un día para otro y no podemos olvidar, que si las personas no cambian, la organización no cambia.
En definitiva, si la pauta de comportamiento de una empresa cotizada parece mostrar una personalidad que se va alejando de una vertiente sana a una patológica, procure no estar ahí invertido. Hay síntomas que permiten visualizar la enfermedad y sus efectos adversos, sabiendo que el tratamiento no es fácil, ni de corta duración.
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Este artículo se ha publicado también en Funds People
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