La gestión de inversiones requiere del seguimiento de múltiples variables, debiendo valorarse el impacto de la macroeconomía, las decisiones de bancos centrales y los resultados y perspectivas de las compañías, pero también la geoestrategia global, las tendencias sociales y demográficas, el momento emocional de los inversores, y muchas otras cosas. Todo afecta, en mayor o menor medida, en el corto o medio y largo plazo.
Se comentan las bondades de los fondos de autor, basados en el talento de un solo gestor, pero pocos inversores reflexionan en el hecho de que estos no tienen la capacidad de seguimiento y valoración de todas las variables que impactan en su trabajo. Cuando las personas tomas decisiones en entornos de incertidumbre y con una siempre incompleta información, como es el día a día de un gestor, usan atajos mentales para tener respuestas rápidas a problemas complejos, suprimiendo parte del entorno para no entorpecerle.
Estos atajos, llamados heurísticos, pueden servir a menudo, pero pueden dificultar un cambio de planteamiento cuando las circunstancias del mercado han cambiado. Si un gestor usa estos atajos, sesgándose a unas características concretas en su política de inversión que le han funcionado en el pasado, es más dificil ser consistente en sus aciertos. Es lo que llamamos "riesgo gestor" y debe valorarse.
En mi opinión, la consecución de los objetivos por un equipo de gestión es más sostenible que la de un talento individual, si promueven la inteligencia colaborativa, que nace de la acción de los miembros interactuando entre sí, fomentando alcanzar decisiones de forma consensuada en un rendimiento intelectual mejorado, al reducir los sesgos individuales.
Para poder alcanzarlo, todo el equipo debe ser consciente del objetivo a lograr, facilitándose la colaboración y retroalimentación constante, y en un entorno de reflexión compartida de los planteamientos individuales.
El papel determinante del responsable del equipo, será la gestión óptima de los conocimientos, experiencias y sesgos de todos sus integrantes, de su iniciativa, creatividad, flexibilidad y motivación en el intercambio entre ellos. Y sin duda, todo ello en un marco de responsabilidad, respeto, transparencia y confianza, dejando los egos personales de lado y buscando las ideas colectivas que puedan representar a todo el equipo.
Los recientes casos de salidas de gestores estrella, demuestran que este negocio es de personas, en un nivel por encima de las propias empresas y su imagen de marca. Pero las compañías pueden trabajar para construir equipos que faciliten un proceso de inteligencia colaborativa en las principales decisiones de inversión, minorando los riesgos gestor en su volumen de negocio.
Rafael Romero es Director de Inversiones en Unicorp Patrimonio (Banca Privada Unicaja) y Profesor en Esesa.
Twitter @negoestratega
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