El reciente proceso de cambio de gobierno en
China, algo que sucede cada diez años, añadió incertidumbres y cierta
indecisión de los dirigentes políticos, para poner en marcha reformas
económicas y políticas que resuelvan sus grandes necesidades, básicamente la
reconducción del crecimiento hacia una senda más sostenible, cambiando el
modelo económico con un menor apoyo en el exterior, hacia la demanda interna.
También son conscientes que deben reducir la brecha entre las zonas rurales y
urbanas, tanto en aspectos económicos, como sociales y en calidad de vida. Así
mismo, no pueden olvidarse de la protección del medio ambiente, que va
degradándose sin descanso.
El potencial de China como inversión de
futuro es evidente, ya que su PIB supone el 17% del total mundial, pasando en
la última década de ser el sexto al segundo mayor del mundo, y se espera que en
2030, su economía suponga tanto, como la suma de EEUU y la zona euro,
alcanzando el 28% del total mundial, debido a la notable divergencia en las
tasas de crecimiento.
China también liderará la convergencia del
poder adquisitivo entre el mundo emergente y el desarrollado, ya que el poder
de compra de sus habitantes, que se sitúa sobre el 15% del de los
estadounidenses en 2011, llegará al 75% en 2050.
Los principales economistas internacionales
consideran que China podrá mantener un fuerte crecimiento económico a largo
plazo, aunque de menor intensidad que los últimos años. Se va a trabajar más
por la calidad del crecimiento frente a la cantidad. El nuevo Gobierno liderado
por Xi Jing Ping es conocido por su lucha contra la corrupción, su pragmatismo
y diplomacia. Así mismo, se le considera bien preparado, tanto por los aspectos
formativos (ingeniero químico y licenciado en ciencias políticas) como su
experiencia como político desde joven, siendo hijo de un veterano comunista.
Todas estas metas generarán buenas
oportunidades de inversión, tanto en el sector de consumo, como en
construcción, seguros, materias primas, etc. en una bolsa en la que cotizan
buenas empresas a ratios reducidos a nivel histórico.
En todo caso, numerosas incógnitas siguen
vigentes. Tal como exponía Gumersindo Ruiz en su libro “China, un modelo de
crecimiento con oferta ilimitada de mano de obra”, el crecimiento rápido
ha sido una prioridad porque es esencial para satisfacer las expectativas
creadas en la población y para el mantenimiento del propio poder político. Pero
este modelo de crecimiento, con una oferta amplísima de mano de obra,
genera empleo con salarios bajos y carencias sociales significativas como
la sanidad, baja esperanza de vida, falta de coberturas de la seguridad social
por vejez, desempleo y enfermedad, etc. y por tanto, generando divisiones
sociales y un nivel de consumo que no crece igual que la economía, al verse
obligados a ahorrar mucho.
Adicionalmente, la frustración de las
expectativas creadas por su población menos favorecida, pudiera conducir al
país a conflictos que escapen al control del gobierno. Un gobierno que ejerce
un poder absoluto en su país, pero también con un notable poder en el mundo.
China, con su capacidad de fabricación a
costes reducidos, ha favorecido la reducción de la inflación global, y
por tanto ha permitido mantener los tipos de interés en niveles reducidos, que
ayudaron al crecimiento global, el incremento de los precios de los activos en
los mercados de acciones, bonos y el sector inmobiliario, la creación de
burbujas, etc.
Su capacidad de generar fuertes superávits
comerciales, ha engordado colosalmente su reserva de divisas, que han permitido
financiar, sobre todo, la enorme deuda de Estados Unidos, por lo que su
influencia en la economía es enorme, dado que EEUU es la primera economía del
mundo y China su mayor prestamista. Por otro lado, China ha podido estimular la
innovación y el desarrollo tecnológico de los países que no pueden hacer frente
a su competencia. Su fuerte crecimiento y menor eficiencia energética ha
presionado a los precios de las materias primas, beneficiando a los países
productores, etc., etc.
En un mundo totalmente globalizado, la
influencia y efectos de las decisiones tomadas por el gobierno chino, justifica
el análisis y seguimiento del resto del mundo. Cambios sustanciales en la
orientación de la estrategia actual deberían descartarse, por el peligro que
supondría errar, siendo perjudicada su población; pero la senda de cambios económicos,
sociales y políticos son una realidad. China es una inversión de futuro.
2 comentarios:
No se si leí bien todo el texto,pero no encuentro en ningún punto del escrito la tremenda y peligrosa paradoja de que China es comunista y nadie sabe todavía cual es su juego real.
Algunos que estamos mas pendientes de las ideas y la inmortalidad el ser vemos mejor lo que se produce en el mundo ordinario y terrenal,de cualquier modo perdone mi intromisión en un campo que desconozco como es la economía.
Saludos
China se desarrolla hacia el capitalismo. Intentan hacerlo despacio, sin los problemas que vivió Rusia en un movimiento rápido hacia el capitalismo más... ¿salvaje? pero no podrán frenar el aumento de la cultura, las ganas de poseer bienes, de disfrutar de una mejor vida, etc., etc. que todos sus habitantes están viviendo en estos años y que se incrementará notablemente en los próximos 15-20 años. China se parecerá mucho a otros países del resto del mundo
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